Desde mi trono en el piso, declaro: «Detesto los aeropuertos llenos, esa antihigiénica unión de transeúntes, huéspedes de enfermedades peregrinas, mutantes. Detesto que me rocen con otros lugares, que me fumen con la mente en los terminales libres de humo, que me sentencien desde los audífonos, desde la superioridad septentrional de los suéteres, de los […]

