(o «¿por qué será que esta ciudad nos convierte en unos hijos de puta?») Esperando en la entrada del Sambil al hermano de O., se me acerca un tipo con pinta de no haberse bañado en un par de días. Con pinta, pues, de que quiere martillarme. –Do you speak english? –Yup. –Oh, thank God! […]

