Hasta ahora, la cadena infinita nos lleva a esto: Me asomo por la ventana y llueve. Detrás de la vegetación inefable, tu edificio, tu ventana, tu cuarto, tu cama, tú abrazando la almohada como al último de tus solitarios veinteañeros. Llueve Caracas, tú y yo estamos solos y te llamo y despiertas y saludas alegre […]
