afinidades electivas

Geocaching

Nancy es una persona tímida. Pero su traje y el tipo de preguntas que hace revelan el dragón, la máquina que lleva adentro. Es fácil encasillarla: es excelente en lo que hace, sus dos hijos ya están en la universidad y ella no abandona el trabajo para no estar sola en la casa. Nancy tiene 50 años.

Un par de días después, cenando en Joe’s Crab Shack, Nancy nos contradice con hechos. Planea ir en Diciembre a Ushuaia. Brasil y yo le decimos que es el lugar perfecto. Pausa. ‘Claro, siempre y cuando te guste ese tipo de cosas’, agregamos con un poco de condescendencia. Voy a hacer hiking, dice ella. Nos miramos las caras y decimos al unísono ‘es perfecto para eso’. Para más, va sola, pues nadie en su familia está interesado en acompañarla. Nancy ha vivido en Guam, Hanoi, Boston, Vancouver, Tokio. Viene de hacer un viaje en carro a través del país, sola. Nancy dice que le encanta viajar. Explica que su esposo es un militar retirado y que ha estado mudándose prácticamente desde que se casaron.

Como si fuera parte de una caracterización completa, Nancy revela que su hobbie es el geocaching y no vacila en contarnos que el día anterior encontró un cache perteneciente a uno de los instructores del curso:

-En estos días, luego de que salimos, doy una vuelta tratando de encontrar los que están en la zona. El de Dave estuvo bastante difícil, porque estaba dentro de una piedra hueca. En recompensa dejé algo especial.

Dave y ella sonríen con complicidad, una sana complicidad, portadores ambos de una contraseña secreta que nosotros jamás hubiésemos imaginado. ‘Llevo mi GPS a todas partes’, admite tímidamente mientras saca el aparato de su cartera, como quien admite un vicio cuestionable. Saca también un travel bug. ‘Este lo conseguí en San Diego. Cuando lo encontré decía que quería estar cerca de los caimanes. Por eso lo traje. Lo voy a dejar hoy.’

Para este momento, Brasil y yo estamos en trance. Son en efecto una sociedad secreta con fuertes vínculos emocionales a pesar de no haberse visto nunca. Todo un signo de los tiempos. Le preguntamos cuál es el cache más extraño con el que se ha topado. Nos cuenta de uno en un risco en el caribe, dentro de un envase de tupperware, que además de lo usual (papel, lapiz, piedras, mapas, notas), tenía un parlante, unas flores marchitas, una tiza.

Me sustraigo. Me pierden por el resto de la noche ¡Las civilizaciones antiguas jugaban al geocaching! Por eso es que las tumbas de los faraones están llenas de objetos. No para que acompañasen a su alteza en su travesía al más allá, sino para que estén con él en su viaje hacia el futuro, a la inmortalidad de las enciclopedias y el British Museum. El verdadero viaje. Las grandes civilizaciones dejaron todo eso ahí para que los primeros geocachers, William Flinders, Theodore Davis y otros ladrones de tumbas arqueólogos, encontraran sus elaborados alijos y demostraran la fortaleza de los vínculos atemporales, la posibilidad real del viaje a través del tiempo.

definición en wikipedia
geocaching.com

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