afinidades electivas

1000Km

Esta semana he rodado 1000Km. Si hubiesen sido en línea recta, seguramente estaría escribiendo desde un poco más allá de la frontera de mi habitación.

Mil kilómetros procuran una oportunidad ideal para organizar ciertas cosas, depurar canciones innecesarias, armar un playlist de diez horas para no dormirse.

Los hombres puede ser clasificados de acuerdo a su canción favorita de Tears for Fears:

Escuchar Neutral Milk Hotel, es esperanzador, como oír a Eddie Santiago: Siempre hay oportunidad para que los que no sabemos cantar podamos rocanrolear.

_______________ (cualquier banda británica de 2006). ‘El nuevo Coldplay’. Sólo un crítico que se atreva a usar como referencia a una banda que apenas tiene dos discos sería capaz de asegurarles un futuro a estos muchachos que a lo sumo son el sabor de la semana. Síntoma de una sobreexposición mediática sólo equiparable a la british invasion de los 60s.

Elite Beat Agents es el mejor juego de ritmo desde el Dance Dance Revolution original. Must-have de la temporada. Pero su verdadero aporte al progreso de la raza humana es haber rescatado de la oscuridad esta canción huérfana de Freddie Mercury.

She wants revenge, la mejor banda del 84 nacida en el 2005. Un disco impecable para manejar a todo dar por la autopista de una ciudad que duerme y baila.

Maggot Brain (el disco) abre con uno de los mejores solos de guitarra de la historia, que de paso es el intro más extraño para un álbum de funk. Repetí con este tema inicial una experiencia extracorporal que tuve una vez con una versión extendida del Gypsy Queen de Santana, hace años, de madrugada, camino a la universidad. Las EEC son divertidas, sobre todo cuando estás manejando.

Les McCann tiene un swing (no, no swing, suuuin) de esos que repartieron poco. Un híbrido de Jimmy Smith con Jelly Roll Morton que tocó el cielo una noche en Montreux, afortunadamente inmortalizada en surcos. Es imposible no acentuar el corte con la cabeza, no gritar Goddamit! Tryin’ to make it real? compared to what?!

A. era un personaje estereotipable, uno de estos adoradores del rock clásico que, cuando nadie se lo esperaba, wyatteaba las fiestas con Genesis, o The Piper at the Gates of Dawn, o un poquito de Led Zep. Siempre predicaba acerca del rock progresivo y Robert Wyatt, al que según él había que dedicarle un tiempo. A. era ‘músico’ y esa era la muletilla que hacía tolerable su fanatismo.

A., panita, luego de 100 kilómetros con Rock Bottom. Lo entendí. Entendí también cuál es su puesto en la música grabada. Creo. Disculpa si alguna vez no te hice caso. Puedes cagarme una fiesta con Sea Song anytime.

Es una lástima que cuando uno diga ‘Stevie Wonder’, la mayoría respondamos con un ‘I just called to say…’ en voz alta o no. Una lástima que su trabajo más popular opaque a Innervisions, un discazo lleno de joyas, inclusive obviando las implicaciones de que un ciego escriba un disco profético:

But somehow all men feel theyre truly free at last.
Have we really gone this far through space and time
Or is this a vision in my mind?

La primera vez que un amigo cubano oyó Cabeza me dijo delicadamente que era una mierda. Un tanto ofendido pensé que probablemente The Cure nunca llegó a Cuba y por lo tanto el pana estaba programado para rechazar cualquier cosa en ese espectro. Un par de años (y varias conversaciones con mexicanos, colombianos y chilenos) después, pienso que, objetivamente, es posible que sentimiento y sus equivalentes en el resto de América Latina hayan sido realmente una porquería, pero nuestros recuerdos los convierten en prodigios (Rock 201: Teoría básica de la nostalgia, o como volverse inmortal liderizando una movida).

No temo equivocarme al decir que la versión de Gloria más popular fue la que inmortalizaron los Doors en algún concierto que Dios tendrá en su… gloria. Sin embargo, en mi corazón siempre habrá lugar para Patti Smith y su cover, una joya del punk. Nadie grita G-L-O-R-I-A como la Smith. Si van a ver algún video, vean ese.

Fool’s Overture es mi pieza favorita de Supertramp. Aunque es presentada con uno de los mejores discursos del siglo XX y es innegable que esa línea de violines (o sintetizador) selló para siempre una época, quizás no es la que mejor explica de qué se trataba Supertramp. Lástima. Supertramp luego se volvió una superbanda, una competencia incoherente de sonidos. Se estrelló y quemó, como suele suceder cuando ciertos jóvenes aprenden a usar sus instrumentos.

Finalizaba el viernes, salí a tomar aire, pensar en lo que quedaba en la pantalla. La tarde era naranja. Bordeando el horizonte, las montañas. Una de ellas vestía en su cúspide una corona de flores blancas: Xochicalco.

Mentira. Salí a pensar también en la peor clase de amor, a enumerar parámetros de soledad. Justo cuando comenzaba a devolverme, empezó.

Sin duda una de las mejores primeras líneas. Abrí los brazos, cerré los ojos. Triste pero no mucho y feliz pero no tanto, es decir, vivo. La primera de muchas veces que el iPod, amigo cercano para la época, me rescató de mi, con la pieza exacta para recordarme que el amor y los viajes comienzan y terminan con una canción.

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