Siempre digo en broma que el puntaje de SimCity –y no las promesas– debería ser la carta de presentación de un candidato a alcalde.
Se que no soy el único. Javier Meléndez, en Yorokobu, nos cuenta como aplica las políticas del gobierno español sobre una ciudad simulada y, a pesar de hacer su mejor intento, fracasa miserablemente.
Me arriesgo a no escuchar al asesor financiero y pido un rescate económico. Con la inyección de capital apaciguo a funcionarios y ciudadanos por un tiempo. Pero los intereses son abusivos, y necesito otro rescate. (En este momento sé que el juego sigue los destinos de Grecia). El dinero de cada rescate es empleado en pagar los rescates anteriores. La Administración sigue paralizada, los impuestos siguen en la cota más alta y la economía decrece.
Los pilotos tienen que cumplir obligatoriamente con N horas de simulador, los militares hacen juegos de guerra. ¿Por qué demonios seguimos eligiendo políticos por el discurso o la foto, o sus «credenciales» como «gerente»? Si tus «ideas» no se sostienen ni en el simulador ¿de verdad crees que sirven para algo?
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