afinidades electivas

¿Sabes de un lugar que pueda visitar?

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Atardece durante mi último día en Perth. Doy una vuelta por el campanario. Me detengo a contemplar el reloj de sol. «Ha estado bien, esto» –pienso– «¿podré ser de aquí alguna vez? ¿cómo funciona eso?»

Le doy la espalda al río Swan y mientras atravieso el parque de la explanada, un tipo me hace señas para hablarme. Me quito los audífonos.

–Hello. Can you help me?
–Sure.
–I’m not from here. I wanted to know which place I could visit.

Es un oriental gordo. Macizo. Filipino quizás. Habla con un acento marcado. Está vestido con un traje gris, camisa blanca, sin corbata. Tiene toda la pinta de ser otra víctima de una convención en la zona metropolitana más remota del planeta.

Miro al cielo y –calculando– le digo que puede ir a King’s Park, que todavía le queda una hora de luz y la vista sobre la ciudad es espectacular.

–King’s Park?
–Yes –Y se lo señalo. Allá arriba, detrás de nosotros, una mole verde se precipita sobre la ciudad. Le indico dónde está el mirador. Insisto, con camaradería australiana, que debe visitarlo.

El tipo se me acerca –I was looking for somewhere to drink –dice en confidencia, un tanto apenado. Su risa nerviosa me hace darme cuenta de que su mirada está un tanto perdida, de que suda a pesar de que estamos todavía en invierno, de que fuma y su pobre higiene dental contrasta con el traje que lleva.

–Oh. A Bar? Well, you should go to Northbridge, then.
–Northbridge?
–Yes, thru this street, go up like… six or seven blocks. Lots of bars there.

El tipo se acerca un poco más. Mira hacia los lados.

–I’m sorry… Can I ask you a question?
–Sure.
–I need to find a woman.

Tardo un segundo completo en entender lo que quiere decir.

–Oh! Um. Well… –comienzo. Finalmente su mirada, su sudor, sus dientes amarillos y picados; su olor, tienen un sentido en esta conversación.

–Um… right there at Northbridge I’m sure you’ll find something. Er… someone, I mean. Look for the area near the train tracks.

Y así fue como entendí: perteneces a un lugar cuando puedes encaminar a un pobre diablo hacia las putas más cercanas.

 

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