Beyond Blogging

Nathan Hangan y Mike Cliffe Jones recopilaron perfiles y técnicas de más de 15 blogueros profesionales –gente que vive única y exclusivamente de sus blogs– y las publicaron en un tomo de más de 200 páginas llamado Beyond Blogging.

Beyond Blogging parte de una premisa que no resulta tan evidente: el estilo de «constrúyelo y ellos vendrán» no funciona en 2010. Crear un blog con alguna pretensión de ser leído y hacerlo sin un plan de promoción claramente definido, es un despropósito.

Considerando que todos los escritores necesariamente migrarán a la web, me parece que Beyond Blogging es lectura obligada. Sólo los perfiles de bloggers (me vienen a la cabeza los de Chris Brogan, Darren Rowse, iJustine) y el workbook para convertir tu blog en un sitio en el que te paguen por escribir, valen el precio de admisión.

Beyond Blogging se encarga de vendernos algunas ideas poderosas, como por ejemplo que hay un nicho para todos: si existe un tema que te apasiona, la web es la plataforma para conectarte con suficientes lectores como para vivir de eso. Beyond Blogging muestra cómo algunas pasiones que parecen imposibles de rentabilizar (hacer videos gratuitos sobre vinos, viajar por el mundo) se han convertido en maquinas de hacer dinero en menos de tres años. El libro muestra con numerosos ejemplos cómo transformar una de tus pasiones en un negocio de 6 cifras anuales, llevándote de la mano por estos pasos:

  • Encontrar el nicho que alimenta tu pasión.
  • Qué buscar en el diseño de un blog.
  • Cómo crear una marca centrada en tu nombre.
  • Cómo crear y alimentar una tribu de seguidores.
  • Cómo vender tu conocimiento.

Y lo más importante, cómo alcanzar el próximo nivel: ese punto en el que el blog se transforma en un negocio manejado por empleados. Cómo ir, efectivamente, más allá del blogueo.

No sé si hacer $100,000 al año con un blog será posible en castellano (quizás la mitad podría ser más realista). Pero si eres escritor, bien vale ese intento de hacer las cosas en serio y obtener algún tipo de retorno pasivo por lo que haces.

Además, viene con garantía de satisfacción y te devuelven el dinero ¿Qué más se puede pedir?

Puedes conseguirlo aquí

trabajo

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Mixtape

Hay días en los que escuhar el iPod en aleatorio se acerca a una experiencia mística. El iPod sabe lo que necesitas oír y desnuda la maravilla de un azar.

A pesar de eso, soy un gran creyente en el poder de una lista de reproducción. Creo que pueden cambiar tu estado de ánimo, ayudarte a pasar un mal día, enamorarte, lidiar con un pequeño dolor.

Hace poco leí un artículo sobre un experimento que comprueba el efecto que tienen los BPM de una mezcla en el desempeño de los atletas.

Tengo una amiga para la que hacer mezclas en 8tracks es una forma de arte. Su erudición musical y lo fácil que es hacer mezclas en 8tracks no dejan de sorprenderme.

Claro, vale acotar que en la era del mp3, parece que todo es más fácil.

Si hay algo, una cosa que extraño de los cassettes, es la preparación: ese cálculo que tenías que hacer antes de grabar una mezcla para que a)provocara escuchar toda la cinta, b)no se cortara ninguna canción y c)quedara menos de un minuto al final de cada lado. Es decir, para que un cassette quedara bien, cada lado debía sumar un poco más de 29’30», o 44’30» y cada tema debía tener sentido, no valían los rellenos. Muy poca gente militaba en esta obsesión, participaba en este foreplay. Pero de vez en cuando aparecía un ángel que se justificaba, un tanto avergonzada, «es que no me gusta que se corte», u otra que hablaba del oficio muerto, de ese arte oscuro de sumar minutos y segundos.

(pienso en cuántas horas habré invertido calculando esa colección de más de 200 cassettes y entiendo por qué no he logrado otras cosas en mi vida –me pregunto también en qué se transforman las ninfas que atienden a la longitud de las cintas)

Sobre esto, hace quince años Nick Hornby escribió el tratado definitivo: ese canto de cisne del mixtape llamado High Fidelity. Cualquier intento de reflexión que haga, estará mal calculado. Así que es mejor cerrar con una cita y esperar lo mejor:

I spent hours putting that cassette together. To me, making a tape is like writing a letter — there’s a lot of erasing and rethinking and starting again, and I wanted it to be a good one, because . . . to be honest, because I hadn’t met anyone as promising as Laura since I’d started the DJ-ing, and meeting promising women was partly what the DJ-ing was supposed to be about. A good compilation tape, like breaking up, is hard to do. You’ve got to kick off with a corker, to hold the attention (I started with ‘Got to Get You off My Mind,’ but then realized that she might not get any further than track one, side one if I delivered what she wanted straightaway, so I buried it in the middle of side two), and then you’ve got to up it a notch, or cool it a notch, and you can’t have white music and black music together, unless the white music sounds like black music, and you can’t have two tracks by the same artist side by side, unless you’ve done the whole thing in pairs, and . . . oh, there are loads of rules.

música

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Seis razones por las que no estoy en Facebook | David Rowan

David Rowan, editor de Wired en el Reino Unido, explica por qué no usa Facebook.

4) … and there’s a good chance it will be used against you

Mark Zuckerberg would like to suggest that, in an ever more transparent world, “you have one identity — the days of you having a different image for your work friends or co-workers and for the other people you know are probably coming to an end pretty quickly.” That suits his purpose — but in our multi-layered lives it’s just not true. A vindictive ex-partner, or a workplace rival, or a health insurer, or a political opponent, may selectively expose information to your detriment – powerfully re-framing your identity in a way you would consider dishonest.

Considerando que Wired siempre ha estado al frente de la revolución digital, estas declaraciones tienen un peso adicional.

sigue leyendo Six Reasons Why I’m Not On Facebook, By Wired UK’s Editor | Epicenter | Wired.com.

Hace unos días escribí sobre algo similar en El legado de Facebook.