en el pasado, nos aburríamos

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Nuestro desarrollo tecnológico ha llegado al punto en el que podemos llenar todos nuestros momentos de ocio con tiempo en línea. Apenas tenemos un momento libre, apenas hay un espacio en la conversación, revisamos facebook, twitter, hacemos checkin en foursquare, consultamos cualquier otro feed al que estemos adictos (¿tumblr? ¿instagram?), e intercambiamos un par de IM con gente a la que nunca vemos.

Levantamos la mirada y todas las personas que «están» con nosotros, andan en lo mismo.

Kathy Sierra me lo advirtió, y no le hice caso.

Muchos argumentan que le hemos ganado la batalla al aburrimiento  y eso está mal, porque nuestra adicción a la «información» nos impide tener relaciones significativas con la gente que tenemos enfrente y drena el propósito de irse de vacaciones, o descansar.

De paso, más de un estudio establece un vínculo entre la depresión y el uso excesivo de internet (en un mundo en el cada vez las relaciones afectivas y de trabajo se desarrollan en línea, habría que preguntarse, qué se considera un uso «excesivo» de la internet)

 

Muchas personas que nacieron luego de 1990, no recuerdan cómo era el mundo sin computadores o sin la www. Cómo tenías que ir a la biblioteca para investigar sobre un trabajo escolar y luego escribirlo a mano o pasarlo en una máquina de escribir, con todo el trabajo de reescritura que ello implicaba. O como la gente se mandaba cartas que tardaban meses en llegar y en ellas se contaban cosas a manera de compendio, como un «grandes éxitos de mis status de facebook». Cartas escritas en papel cebolla para que el franqueo fuese más barato.

–¿Fran-qué?
–Franqueo.
–¿Qué es eso?
–Bueno, es que antes tenías que pagar por cada mensaje que enviabas.
–¿…?

Todo eso tendré que explicárselo a los niños, como en el ya clásico experimento de «Arqueólogos del futuro«. Cuando se aburran, les contaré sobre cómo eran los viajes antes del video portátil, cómo tenías que estar 14 horas en el asiento trasero en silencio, e inventarte tus propios juegos. Escribir a mano o a máquina será equivalente a decir «cuando yo era pequeño, todos los días caminaba 10 kilómetros para llegar al colegio, ¡en la nieve!».

–¡Y había maestros sádicos que pedían hojas sin correcciones!
–¿Correcciones? ¿Qué eran las correcciones?
–…

Una de las ventajas de haber nacido antes de la revolución digital, es recordar cómo era todo antes de la masificación de los computadores, videojuegos y dispositivos móviles, y admirar la absoluta transformación del mundo. Por si no fui explícito, no quiero nunca, nunca más, escribir a máquina. Pero si hay algo que quisiera rescatar del mundo offline es la posibilidad de aburrirnos. ¿Todos? los grandes inventos nacieron de un estado contemplativo producto del ocio. Al aburrirnos, abandonábamos este perpetuo estado de alerta en el que nos ponen nuestros aparatos:

–Hijo, en el pasado, nos aburríamos.
–¿Qué es eso?

 

El teléfono celular y el email, la posibilidad de ser localizables a toda hora, todos los días, hacen que la desconexión sea un esfuerzo intelectual y físico, inclusive una especie de declaración de principios. Últimamente, los únicos momentos en los que puedo detenerme y pensar, son aquellos en los que me veo forzado a desconectarme: en la ducha, o cuando hago ejercicio sin audífonos y sin leer. El resto del día es ruido, ruido, ruido.

 

 

Cómo encontrar el número ICCID del iPhone

De la página de soporte de apple:

Si tienes acceso a tu iPhone, estas son algunas formas rápidas de encontrar el número de serie, el número de identidad internacional de equipo móvil (IMEI), el ICCID, o el identificador de equipos móviles (MEID) del iPhone.

Pantalla Información del iPhone

Puedes encontrar el número de serie, el IMEI, el ICCID o el MEID del iPhone en la pantalla Información del dispositivo. En la pantalla de inicio, pulsa Ajustes > General > Información y desplázate hacia abajo.

 

Si no puedes acceder a la pantalla Información de tu iPhone, recurre a alguna de las siguientes opciones:

 

Extrae la bandeja de tu sim

La bandeja SIM de un iPhone 4S activado con un operador CDMA muestra los números MEID e IMEI como cifras de 15 dígitos. El número MEID utiliza los primeros 14 dígitos e ignora el último dígito, y el número IMEI utiliza los 15 dígitos.

 

Usa iTunes

    1. Conecta el iPhone al ordenador y abre iTunes.
    2. Selecciona el iPhone cuando aparezca en la columna de la izquierda.
    3. Haz clic en la ficha Resumen. El número de serie y el número de teléfono de tu iPhone aparecerán de la siguiente forma

Si haces clic en la palabra Teléfono de esta ficha, iTunes también mostrará el IMEI o el MEID de tu iPhone tal y como se muestra a continuación. Si haces clic en IMEI, iTunes mostrará el ICCID:

Leyendo más que nunca: un análisis de 4 años con un Kindle

Scott Hanselman compró un Kindle en 2008, cuando costaba $359 y todos decían que sería un fracaso. Cuatro años después, escribe un artículo sobre su experiencia. Conclusión: lee más que nunca gracias al Kindle:

Adondequiera que voy, llevo mi Kindle. Y adondequiera que voy termino conociendo a alguien que dice lo mismo que todos los que no tienen un Kindle: «Me gusta la experiencia táctil… la sensación del papel». En este punto, les pregunto si han leído un libro en un Kindle o un ereader. La mayoría nunca lo ha hecho.

A mi me pasa lo mismo. La mayoría de la gente que tiene argumentos en contra de los ebooks, son personas que no han leído un libro en un Kindle. En octubre de 2011 escribí un artículo al respecto, en respuesta a una defensa del libro físico que hizo Barrera Tyska.

Muchos nunca ha visto una pantalla de tinta electrónica y naturalmente creen que leer en un Kindle es leer en una pantalla. Cuando en realidad es –por momentos– casi indistinguible de leer en papel. Otras personas traen a colación «el olor» de los libros, o la posibilidad de hacer notas a mano, o doblar las hojas para marcarlas. Yo usualmente respondo que todas esas cosas son detalles menores de implementación. Una de las ideas que más me fascina es que los próximos avances en háptica serán motivados por nativos digitales que nunca usaron un libro para estudiar, pero quieren recrear experiencias táctiles para sus abuelos.

(Si quieres una opinión moderada y fortalecer tus argumentos, Vicente Ulive escribió un análisis objetivo del estado de los ebooks en 2011)

Pero lo más relevante en esta discusión es que Amazon y Apple han creado los puntos de venta más eficientes de la historia. La cuestión de adquirir y consumir libros digitales, está resuelta.

 

Al igual que Hanselman, leo mucho más desde que abandoné a todos mis libros y leo muchísimas más revistas desde que dejé de comprar revistas. El iPad me insta a leer, porque:

  • Llevo decenas de libros conmigo.
  • Puedo elegir lo que me apetece leer en cualquier momento.
  • Puedo compartir de inmediato lo que estoy leyendo.

Además de esto, puedo hacer notas, seguir leyendo en el teléfono cuando no quiero cargar el iPad y otras bendiciones que menciono en mi top-10 razones por las que no leo libros físicos.

Y además, está Instapaper; esa herramienta mágica que te permite guardar artículos de la web para leerlos después, fuera de línea, sin propagandas y con tipografía grande y elegante. Gracias a Instapaper, leo muchos más artículos por día, sin distracciones. Mi lista de lectura está fuera de vista y no tengo mil pestañas abiertas en el navegador. Cada vez que tengo 5 minutos, abro Instapaper y a leer.

 

Mis amigos con Kindle leen aún más. El Kindle es lo suficientemente económico como para sacar en el transporte público (depende de la ciudad, claro), o correr el riesgo de llenarlo de arena, o dejarlo caer. Por lo tanto, lo llevas contigo y lo usas en todas partes. Es una pequeña tragedia que le pase algo a tu Kindle, pero es menos grave que perder el teléfono, un laptop, o un iPad.

Además, la batería del Kindle dura semanas. La suspensión de la incredulidad es más difícil de lograr si constantemente te recuerdan que te queda 20% 19% 18% de batería.

…aunque ¿recuerdas que hace 10 años las baterías de los teléfonos se agotaban en pocas horas? La duración de las baterías es otro detalle de implementación. En unos años nos reiremos de esa época en la que enchufábamos cargadores a la pared.

Muchos dicen que $79 (el precio actual del Kindle) es todavía mucho dinero para un ebook. Que las masas nunca tendrán acceso a los ereaders. En 1983, el DynaTAC de Motorola (primer teléfono celular comercial) costaba $3.995. Veinte años después, regalaban teléfonos con el contrato. Treinta años después, regalan supercomputadores de bolsillo. El Kindle cuesta hoy 25% de lo que costaba hace apenas 4 años. La escala del progreso es logarítmica. Dentro de muy poco tiempo será rentable regalar un ereader con una suscripción a una revista, o como parte de un programa masivo de aprendizaje a distancia para niños del tercer mundo.

 

Cada vez que hablo de esto, me obligan a opinar acerca de la desaparición de los libros físicos. No creo. Es más, me gusta ese futuro en el que tendré una estantería con 5 o 10 libros realmente hermosos. Por ahora, estoy contento con leer más y poder intercambiar información con amigos que también están leyendo más. Para mi un libro o un disco no existe si no lo comparto con alguien que lo disfrutará igual. Algunos de los momentos más hermosos de la vida ocurren al recrearse en esas afinidades electivas.