Querido hijo, en la víspera de tu gran aventura…

En Mayo de 1962, Malcom Scott Carpenter se convirtió en el segundo norteamericano en orbitar la tierra. En la víspera de su viaje, su padre le escribió una carta:

(…) me atrevo a predecir que luego de que todos los hurras hallan sido dichos y el clamor público sea sólo una memoria, derivarás la mayor satisfacción del sereno conocimiento de que has descubierto nuevas verdades. Podrás decirte a ti mismo: esto vi, esto experimenté, esto es lo que conozco como la verdad. Esta experiencia es una cosa preciosa; es conocida por todos los investigadores, en cualquier campo, que se han aventurado en lo desconocido y han descubierto nuevas verdades.(…)

Una carta hermosa, conmovedora por su sencillez y sabiduría, que resume lo que deberíamos aspirar: descubrir nuevas verdades, o tener la oportunidad de poder escribir una carta como esta.

Vía Letters of Note

eBook vs Tablet

La pregunta que más me hicieron en la navidad pasada fue «¿qué me compro? ¿un tablet o un ebook?«. Para mi, esta fue una señal muy clara de que la época post-PC había llegado al mundo de habla hispana.

No es de extrañarse, según un reporte de Pew Internet, luego de las navidades de 2011, el 19% de los hogares norteamericanos despertaron con un tablet o un eReader.

Pero miento, la pregunta no era esa. Gracias a la no-tan-invisible mano del marketing, la pregunta que hacían mis amigos era:

¿Debo comprar un iPad o un Kindle?

Por supuesto, la respuesta es «depende».

Ambos dispositivos son de buena calidad, tienen un excelente soporte del fabricante y son muy buenos para leer. Ambos intentan venderte libros propietarios, pero funcionan con otros formatos, como PDF.

Lo mejor del Kindle: no es caro y, por lo tanto, puedes llevarlo a todas partes y usarlo en mayor cantidad de lugares públicos sin que te apuñalen.

Lo mejor del iPad: es bastante probable que sea el único computador que necesites.

 

Compra un Kindle si:

  • Quieres leer en la playa, en parques, en lugares públicos y al aire libre.
  • No quieres navegar mucho en internet, ni revisar correos.
  • Tienes ya un smartphone con el que accedes a internet, escuchas música, etc.
  • «Sólo quiero leer»
  • «Quiero algo barato y bueno»

Recomiendo el Kindle paperwhite.

 

Compra un iPad si:

  • Quieres un computador ligero y portátil
  • Estás harto de llevar tu laptop a todas partes y quieres algo que pueda reemplazarla
  • Quieres jugar
  • Te interesan los libros interactivos
  • Tienes niños

Si tienes un teléfono con internet, o internet en la mayoría de los lugares que visitas, compra el iPad de 16GB con WiFi. Si no, el de 3G. Siempre recomiendo el más económico, porque me parece que es mejor invertir el dinero extra en un teclado, un muy buen teclado, una buena funda, ¡o una buena funda con teclado!

 

¿En realidad son buenos para leer?

Si. Hace unos días, escribí un artículo al respecto.

 

¿Y qué hay del Kindle Fire y otros tablets con Android? ¿No se supone que son un intermedio entre el Kindle y el iPad?

Si, pero no.

Mi experiencia es que, entre el Kindle y el iPad, hay un valle de dolor lleno de tablets que parecen ser lo suficientemente buenos, pero no lo son. La realidad es que fabricar un tablet bueno cuesta mucho dinero, al menos en 2012. Así que no hay alternativas «magicas».

 

Android es un muy buen sistema operativo. Lamentablemente, los fabricantes de tablets buscan siempre recortar costos en los peores lugares. He visto y usado montones de tablets con Android. Casi todos con una pésima calidad de fabricación, frágiles, pesados y tan pero tan lentos, que inducen al llanto.

Hasta ahora, el único tablet que podría recomendar si no quieres comprar un iPad, es el Samsung Galaxy Tab II. Pero como cuesta lo mismo que un iPad, me parece que no tiene mucho sentido ir por un tablet menos popular. A menos que quieras hacer una declaración de principios, en cuyo caso, ¡nada mejor que unos Moleskine!

 

Actualización Noviembre 2012:  mi apreciación se mantiene. Mi recomendación es un Kindle Paperwhite o un iPad Mini.

 

en el pasado, nos aburríamos

foto de lent454

 

Nuestro desarrollo tecnológico ha llegado al punto en el que podemos llenar todos nuestros momentos de ocio con tiempo en línea. Apenas tenemos un momento libre, apenas hay un espacio en la conversación, revisamos facebook, twitter, hacemos checkin en foursquare, consultamos cualquier otro feed al que estemos adictos (¿tumblr? ¿instagram?), e intercambiamos un par de IM con gente a la que nunca vemos.

Levantamos la mirada y todas las personas que «están» con nosotros, andan en lo mismo.

Kathy Sierra me lo advirtió, y no le hice caso.

Muchos argumentan que le hemos ganado la batalla al aburrimiento  y eso está mal, porque nuestra adicción a la «información» nos impide tener relaciones significativas con la gente que tenemos enfrente y drena el propósito de irse de vacaciones, o descansar.

De paso, más de un estudio establece un vínculo entre la depresión y el uso excesivo de internet (en un mundo en el cada vez las relaciones afectivas y de trabajo se desarrollan en línea, habría que preguntarse, qué se considera un uso «excesivo» de la internet)

 

Muchas personas que nacieron luego de 1990, no recuerdan cómo era el mundo sin computadores o sin la www. Cómo tenías que ir a la biblioteca para investigar sobre un trabajo escolar y luego escribirlo a mano o pasarlo en una máquina de escribir, con todo el trabajo de reescritura que ello implicaba. O como la gente se mandaba cartas que tardaban meses en llegar y en ellas se contaban cosas a manera de compendio, como un «grandes éxitos de mis status de facebook». Cartas escritas en papel cebolla para que el franqueo fuese más barato.

–¿Fran-qué?
–Franqueo.
–¿Qué es eso?
–Bueno, es que antes tenías que pagar por cada mensaje que enviabas.
–¿…?

Todo eso tendré que explicárselo a los niños, como en el ya clásico experimento de «Arqueólogos del futuro«. Cuando se aburran, les contaré sobre cómo eran los viajes antes del video portátil, cómo tenías que estar 14 horas en el asiento trasero en silencio, e inventarte tus propios juegos. Escribir a mano o a máquina será equivalente a decir «cuando yo era pequeño, todos los días caminaba 10 kilómetros para llegar al colegio, ¡en la nieve!».

–¡Y había maestros sádicos que pedían hojas sin correcciones!
–¿Correcciones? ¿Qué eran las correcciones?
–…

Una de las ventajas de haber nacido antes de la revolución digital, es recordar cómo era todo antes de la masificación de los computadores, videojuegos y dispositivos móviles, y admirar la absoluta transformación del mundo. Por si no fui explícito, no quiero nunca, nunca más, escribir a máquina. Pero si hay algo que quisiera rescatar del mundo offline es la posibilidad de aburrirnos. ¿Todos? los grandes inventos nacieron de un estado contemplativo producto del ocio. Al aburrirnos, abandonábamos este perpetuo estado de alerta en el que nos ponen nuestros aparatos:

–Hijo, en el pasado, nos aburríamos.
–¿Qué es eso?

 

El teléfono celular y el email, la posibilidad de ser localizables a toda hora, todos los días, hacen que la desconexión sea un esfuerzo intelectual y físico, inclusive una especie de declaración de principios. Últimamente, los únicos momentos en los que puedo detenerme y pensar, son aquellos en los que me veo forzado a desconectarme: en la ducha, o cuando hago ejercicio sin audífonos y sin leer. El resto del día es ruido, ruido, ruido.