Trabajando para el imperio (Facebook II)

En otro de esos actos de mala fe al que nos tienen acostumbrados nuestros asesores cubanos, el principal financista de Facebook es rastreado hasta el departamento de estado. No dudo por un instante que Peter Thiel, fundador de Paypal, tenga algún tipo de conexión con la CIA, así como tampoco dudo que tenga menos de seis grados de separación con Fidel Castro.

Esta pequeña rabieta, generada seguramente por el Ministro del Interior para complacer a un amigo, o tapar algún escándalo, evidencia que las redes sociales son el principal enemigo de los gobiernos fascistas. Pareciera que les duele en la madre que la gente pueda organizarse fuera de su radio de acción, sin una contribución millonaria del estado.

Todos los no-clientes deben ser eliminados.

 
Haciéndole el trabajo a la megacorporación del siglo XXI
La otra parte de la historia es que Facebook es el campo de batalla de una guerra entre las dos fuerzas dominantes de la Internet. Microsoft entendió temprano que cualquier espacio de la red en el que Google no pueda buscar, vale oro. Por eso, pagó una obscena cantidad de dinero por 1.6% de esta red social. En retorno, Google financia una guerra sucia milmillonaria en contra de Facebook en todos los medios conservadores (y por ende, en Venezolana de Televisión).

Así que argumentar a favor o en contra de Facebook es, en cierta forma, hundirse en una de dos pailas de mierda.
(Aunque en su defensa, reconozcámoslo, por ahora la mierda de Google es más perfumada que la de Microsoft).

Por supuesto, ninguna de estas sutilezas trascienden en un reportaje de dos minutos cuyo único propósito es proyectar a Pascual Serrano y lavar la cara de la principal organización terrorista de América Latina.

Sin embargo, vale destacar:

  1. El pésimo trabajo de producción y edición. Me parece imposible creer que, utilizando cientos de millones de dólares (probablemente más financiamiento que el propio Facebook), Venezolana de Televisión sea incapaz de contratar gente que sea capaz de a)Seguir las normas básicas de utilización de cintillos, b)Montar un reportaje con imágenes de mediana calidad y c)Conseguirse un experto que no sea el estereotipo de un perdedor.
  2. La frase «supuesta convocatoria espontánea que logró convocar». :)
  3. La absoluta ignorancia de la «reportera». Es más que evidente que la tipa se enteró esa mañana de la existencia de Facebook
  4. «Pero también estarás en la base de datos de las agencias de inteligencia de Estados Unidos». Cada ladrón juzga por su condición.


Dejo esto aquí porque estoy completamente seguro de que pronto llegará el día en el que alguna protesta incómoda se organizará utilizando alguna red social de Google -desarrollada enteramente en software libre- y eso sin duda acelerará la licuadora de doublespeak que tienen los boligarcas en sus cabecitas.

Flora Prohibida

Desde que tengo memoria, en casa de mis padres han habido ramos de la Floristería Bello Monte; cuyo aspecto más memorable, más allá del buen gusto del arreglo, era la tarjeta con un sobrio bouquet en la esquina y un mensaje escueto a mi madre, escrito con una máquina de letras cursivas.

Los dentistas, los barberos, médicos y floristas de confianza son un rasgo hereditario. Creo en eso. Así que tan pronto me hice adulto, o mejor dicho, lo suficientemente adulto para entender que las flores son importantes, también me hice cliente.

En vez de llamar, me gusta ir, traspasar el umbral donde se desvanece en perfume la Avenida Casanova, y sentarme frente al escritorio solitario. A diferencia de muchas otras, la Floristería Bello Monte es un lugar sobrio, quizás hasta lúgubre, el sitio donde uno esperaría comprar, por ejemplo, una corona mortuoria.

Siguiendo una corazonada, fui casi una semana antes del 14 de Febrero, y llegué justo a tiempo: «Este año sólo estamos atendiendo a los clientes fijos», me dijo la Señora Luisa, y luego procedió a darme una clase de comercio floral.

Aprendí esa mañana que sus mejores flores son las venezolanas, que son exportadas, tratadas con frío en Colombia y reimportadas de manera informal. Al final de una brevísima pero furiosa diatriba contra el status quo, escuché también una confesión: es imposible colocarle el precio correcto a un producto que, por conflictos fronterizos, ineficacias en la cadena de distribución y agallas de los productores, ha subido 400% en seis meses.

«Y ahora mira esto», dijo desdoblando el periódico deportivo Meridiano. «Congelan activos de PDVSA por 12 millardos de dólares», rezaba el titular de una nota minúscula, enterrada antes de las páginas de farándula.

No fue difícil hilar lo que había sucedido el día anterior en una corte londinense con las dificultades del mercado floral. «Por eso dije que este año no voy a tener inventario en la cava. Para el día de los enamorados, sólo atiendo a clientes fijos»

Sembradíos clandestinos, controles fronterizos, dólar libre, caminos verdes, comandantes de guarnición, gobernadores, personajes oscuros con flores al cinto, los albores de una guerra. No pude evitar la idea de que compré rosas de conflicto, flora prohibida.

Al salir y volver a la Casanova, abollado por el encuentro, intuí los posibles resultados de mi relación con la Floristería Bello Monte:

En un escenario, mueren los dueños y el local es vendido a un miembro de la boligarquía, quien rápidamente lo transformará en una agencia de lotería, o en un burdel (el sótano y la cava podrían ser de utilidad).

En otro escenario, la ineficiencia de nuestro comercio interno, o el largo brazo de alguna la agencia destinada al terrorismo contra la clase media, les quiebra la espalda y el negocio.

Lo único seguro es esto: si vivo, dentro de unos años pasaré por la esquina de Casanova y Coromoto, en Sabana Grande, y le haré a mi hijo un comentario que le será completamente ajeno: «mira, ahí quedaba la floristería donde tu abuelo le compraba rosas a tu abuela».

El Facebook

Correo viral del momento. Felicitaciones al ocioso genio que lo hizo.

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ACTUALIZACIÓN: Sorpresivamente, de veintiséis millones de personas, la creadora de esta maravilla es mi amiga Vanessa.