Sobre el metro de Moscú y ser gay | Dmitry Kuzmin

Dmitry Kuzmin nos ofrece una mirada a la aún poco explorada Rusia homofóbica. Comienza con un ejemplo en el metro:

The problem is that nine out of ten conductors rejoice at the thought that they momentarily hold the fate of a few dozen countrymen in their hands. The best way they know to use their power is to make the lives of others more difficult, even if only a little.

Sigue con una visión general de la tolerancia a la diversidad en Rusia (extrañamente familiar para los que nacimos en Latinoamérica):

It is therefore useless to say here: “I’m gay and I have rights.” What you can say instead is “I’m a well-known writer and, besides, I’m gay and I have rights.” Or “I’m a prominent scientist, and, besides, I’m gay and I have rights.» Or else, “I’m a famous athlete, and, besides, I’m gay and I have rights,” and so on.

Y termina con una aspiración que ojalá se vuelva realidad:

When this happens, I will gladly set aside the classification system which divides people into gay and straight and will fall in love with a beautiful man (or sometimes, for the sake of variety, with a beautiful woman) not because we are gay (i.e., belong to a certain category of people) but because of what brings two (or three, or four) people personally and immediately together. In our attraction for each other gender shouldn’t matter. I once read in an Edmund White interview, that “in the future . . . maybe it would be a mistake to embrace a gay or straight identity. I think it would be more amusing and mysterious and interesting and coquettish and seductive to leave everything kind of vague.” I hope that this future is not very far. It will surely be followed by some other kind of future, when today’s heated arguments about who can and who can’t sleep with whom will come to seem incomprehensible nonsense, the way we now regard Medieval disputes on how many devils can fit on the tip of a needle.

Que es como esta caricatura de The Oatmel, pero en serio.

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Sigue leyendo On the Moscow Metro and Being Gay

La bala doblada

magneto

La nueva promoción de X-Men days of future past entrelaza la historia de los X-Men con el asesinato de Kennedy, poniendo a Magneto en la escena del crímen y responsabilizándolo por la trayectoria de la bala mágica.

El sitio web se llama The Bent Bullet y está muy bien hecho. Tomaron la idea y la estética de Clouds Over Cuba y han hecho un pequeño documental interactivo.

Me gusta esa idea de que la existencia de mutantes psicoquinéticos de alguna forma es más verosímil que la historia oficial.

 

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No te despidas, sólo vete

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John Manuel:

Mi opinión es sencilla: si algún día me voy del país, lo haré sin aspavientos. No pienso escribir un largo artículo dándole explicaciones a nadie (además, a quienes irían esas explicaciones no les interesaría escucharlas). Y me voy sin dramas. Sin renunciar a Venezuela y negar que aquí he vivido las peores, sí, pero también las mejores cosas de mi vida. Que este país tiene y ha tenido toda clase de dificultades políticas y económicas, amén de un sistema político que nunca ha podido ser estable. Pero también ha habido instituciones que funcionan, cosas que andan. Yo me eduqué en Venezuela, trabajé y sigo trabajando honestamente en Venezuela. Me he enamorado en este país. Mis amigos son casi todos en este país. Mi familia es de este país.

y también:

Yo soy un individualista, reivindico mi derecho a vivir donde me dé la gana, a tomar las oportunidades que se me presenten.

Un prerequisito para irte entender que todos vivimos en el mundo, no en países. Si acaso, vivimos en ciudades y pueblos, y hay más de una manera –unas menos dolorosas que otras– de mudarte al pueblo de al lado, sin armar tanta alharaca. Creo que este asunto de armar toda una argumentación ante de irte está bien como ejercicio literario, pero si tienes que hacerte la lista y leerla frente al espejo, de pronto no lo tienes tan claro. Quizás sea mejor que te lo pienses mejor.

Pero lo peor de todo es cuando se organizan «despedidas» –reuniones de despedida– porque es lo socialmente aceptable y entonces tienes que leer la lista en público. Yo fui a un montón de esas y odié cada una de ellas.

Siempre dije que si me iba, sería con un adiós irlandés. Y así fue. Seth Stevenson tiene un artículo corto e interesante sobre las despedidas irlandesas (o francesas o inglesas), una costumbre que en países como Suiza sería una ruptura subversiva del orden de las cosas, un faux pas terminal, pero que evita ese teatro sin sentido que le arruina la velada a todos.