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Leyendo más que nunca: un análisis de 4 años con un Kindle

Scott Hanselman compró un Kindle en 2008, cuando costaba $359 y todos decían que sería un fracaso. Cuatro años después, escribe un artículo sobre su experiencia. Conclusión: lee más que nunca gracias al Kindle:

Adondequiera que voy, llevo mi Kindle. Y adondequiera que voy termino conociendo a alguien que dice lo mismo que todos los que no tienen un Kindle: «Me gusta la experiencia táctil… la sensación del papel». En este punto, les pregunto si han leído un libro en un Kindle o un ereader. La mayoría nunca lo ha hecho.

A mi me pasa lo mismo. La mayoría de la gente que tiene argumentos en contra de los ebooks, son personas que no han leído un libro en un Kindle. En octubre de 2011 escribí un artículo al respecto, en respuesta a una defensa del libro físico que hizo Barrera Tyska.

Muchos nunca ha visto una pantalla de tinta electrónica y naturalmente creen que leer en un Kindle es leer en una pantalla. Cuando en realidad es –por momentos– casi indistinguible de leer en papel. Otras personas traen a colación «el olor» de los libros, o la posibilidad de hacer notas a mano, o doblar las hojas para marcarlas. Yo usualmente respondo que todas esas cosas son detalles menores de implementación. Una de las ideas que más me fascina es que los próximos avances en háptica serán motivados por nativos digitales que nunca usaron un libro para estudiar, pero quieren recrear experiencias táctiles para sus abuelos.

(Si quieres una opinión moderada y fortalecer tus argumentos, Vicente Ulive escribió un análisis objetivo del estado de los ebooks en 2011)

Pero lo más relevante en esta discusión es que Amazon y Apple han creado los puntos de venta más eficientes de la historia. La cuestión de adquirir y consumir libros digitales, está resuelta.

 

Al igual que Hanselman, leo mucho más desde que abandoné a todos mis libros y leo muchísimas más revistas desde que dejé de comprar revistas. El iPad me insta a leer, porque:

  • Llevo decenas de libros conmigo.
  • Puedo elegir lo que me apetece leer en cualquier momento.
  • Puedo compartir de inmediato lo que estoy leyendo.

Además de esto, puedo hacer notas, seguir leyendo en el teléfono cuando no quiero cargar el iPad y otras bendiciones que menciono en mi top-10 razones por las que no leo libros físicos.

Y además, está Instapaper; esa herramienta mágica que te permite guardar artículos de la web para leerlos después, fuera de línea, sin propagandas y con tipografía grande y elegante. Gracias a Instapaper, leo muchos más artículos por día, sin distracciones. Mi lista de lectura está fuera de vista y no tengo mil pestañas abiertas en el navegador. Cada vez que tengo 5 minutos, abro Instapaper y a leer.

 

Mis amigos con Kindle leen aún más. El Kindle es lo suficientemente económico como para sacar en el transporte público (depende de la ciudad, claro), o correr el riesgo de llenarlo de arena, o dejarlo caer. Por lo tanto, lo llevas contigo y lo usas en todas partes. Es una pequeña tragedia que le pase algo a tu Kindle, pero es menos grave que perder el teléfono, un laptop, o un iPad.

Además, la batería del Kindle dura semanas. La suspensión de la incredulidad es más difícil de lograr si constantemente te recuerdan que te queda 20% 19% 18% de batería.

…aunque ¿recuerdas que hace 10 años las baterías de los teléfonos se agotaban en pocas horas? La duración de las baterías es otro detalle de implementación. En unos años nos reiremos de esa época en la que enchufábamos cargadores a la pared.

Muchos dicen que $79 (el precio actual del Kindle) es todavía mucho dinero para un ebook. Que las masas nunca tendrán acceso a los ereaders. En 1983, el DynaTAC de Motorola (primer teléfono celular comercial) costaba $3.995. Veinte años después, regalaban teléfonos con el contrato. Treinta años después, regalan supercomputadores de bolsillo. El Kindle cuesta hoy 25% de lo que costaba hace apenas 4 años. La escala del progreso es logarítmica. Dentro de muy poco tiempo será rentable regalar un ereader con una suscripción a una revista, o como parte de un programa masivo de aprendizaje a distancia para niños del tercer mundo.

 

Cada vez que hablo de esto, me obligan a opinar acerca de la desaparición de los libros físicos. No creo. Es más, me gusta ese futuro en el que tendré una estantería con 5 o 10 libros realmente hermosos. Por ahora, estoy contento con leer más y poder intercambiar información con amigos que también están leyendo más. Para mi un libro o un disco no existe si no lo comparto con alguien que lo disfrutará igual. Algunos de los momentos más hermosos de la vida ocurren al recrearse en esas afinidades electivas.

 

 

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